Torá en Español
Parashat Shlaj lejá
Todo se recicla
Todo se recicla, Nuestros Sabios, enseñan reiteradas veces acerca de la importancia del “reciclado”de mitzvot. Existen varios ejemplos que confirman este principio. El etrog, por ejemplo, no se tira a la basura cuando finaliza Sukot sino que es rallado y se utiliza como especie aromática en la Havdalá. Con el lulav seco, por ejemplo, suele encenderse el fuego para quemar el jametz antes de Pésaj.
Dice el Talmud: “Dado que -a través suyo- se ha cumplido un precepto, pues que se cumpla otro” (véase, por ejemplo, Shabat 117b). Se trata de un idea sumamente poderosa, sobre todo en tiempos donde solemos reciclar prácticamente todo lo que está a nuestro alcance: botellas, papeles, maderas y plásticos.
El Talmud Ierushalmi (Sanhedrín 2:6) nos cuenta que dicha letra Iud, fue la letra que “se cayó” del nombre ,cuando nuestra matriarca pasó a llamarse Sará. Vino la letra iud a quejarse delante del sillar divino al ver que perdió su porción en el nombre de semejante mujer virtuosa. Di-s consoló a la letra Iud diciéndole que en el futuro pasaría a formar parte del nombre de otro tzadik y fue así que se sumó al nombre de Hoshea transfor mándolo en Ieoshúa.
Ahora bien… ¿cuál es el vínculo entre Ieoshúa y nuestra matriarca Sara? Sará fue la primera hebrea enterrada en la Tierra Prometida. Dejó su casa y su tierra -pagando los costos que dicha decisión conllevó- y decidió establecerse en la Tierra señalada por Di-s, y morir allí.
Ieoshúa, al momento de la partida de los espías a la Tierra Prometida, recibe la Iud de nuestra matriarca y entiende que todo aquel que lastima el honor de la Tierra de Israel -tal como hicieron diez de sus compañeros- está hiriendo el honor de Sara.
Ieoshua, el destinatario de aquella pequeña Iud caída, supo hacer honor a nuestra matriarca Sara, tal como el mismo Moshé había implorado al cambiarle el nombre: “Que el Eterno te salve del (mal) consejo de los espías” (RaSHI a 13, 16). Nada se descarta; todo se recicla.