Torá en Español
Parashat Pinjás
Haciendo un sacrificio
Cuando un Sofer STaM quiere evaluar el “estado de salud” de un determinado Sefer Torá una de las primeras acciones que toma es dirigirse a Parashat Pinjás. Sirviéndonos de la parábola médica podríamos afirmar que Parashat Pinjás es el lugar por el cual se le toma la presión al Sefer…
Si uno recorre con la vista cualquier Sefer Torá va a apreciar que la porción más maltrecha siempre será Parashat Pinjás. La razón es simple; es la porción más leída del año. El maftir de cada festividad y de cada Rosh Jodesh pertenece a esta sección. Mientras que la mayoría de las secciones de la Torá son leídas tan sólo una vez al año, Pinjás es leída más de veinte veces lo cual provoca una lógico desgaste en su escritura.
¿Cuál es la relación de esta Parashá con Pésaj, Shavuot, Sukot, los Rashei Jodashim y con todas las fiestas de Israel?
En su sección final, Parashat Pinjás contiene un listado de todos los sacrificios públicos que se realizaban en el Santuario durante los días ordinarios y los días de fiestas. Cientos y cientos de animales eran traídos al Beit HaMikdash a lo largo del año a modo de sacrificios públicos.
No deseo referirme al modo en que se realizaban estas ofrendas. Deseo referirme a otro aspecto que atañe a la cuestión y que es de suma relevancia.
¿Quién solventaba estos sacrificios públicos? (¡Un novillo cuesta mucha plata hoy y costaba mucho entonces!). ¿Quién era el responsable de proveer esos animales al Templo?
La respuesta es: TODOS. Todo el pueblo de Israel era partícipe de la Avodat HaKodesh, del sagrado servicio del Beit HaMikdash.
El Talmud nos cuenta que a partir del 15 de Adar se ubicaban puestos a lo largo y a lo ancho del país para reclamar los fondos (el medio shekel) necesarios para solventar los gastos generales y los sacrificios públicos que se ofrendaban en el Beit HaMikdash (Meguilá 29b). RaSHI en su comentario al Talmud nos cuenta que las autoridades tenían poder coercitivo para embargar los bienes de aquellos que se negaban a participar de la Avodat HaKodesh (RaSHI ibid.).
Esto merece una reflexión: Ser parte del Avodat HaKodesh (que en nuestros días significa contribuir al mantenimiento de las sinagogas y las instituciones judías a la que asistimos con regularidad) es una responsabilidad indelegable. Hacerse el distraído es una transgresión mayúscula.
Un viejo chiste judío cuenta acerca de un joven que quería ingresar al Beit HaKnéset en Rosh HaShaná para pedirle las llaves de su casa a su padre que estaba rezando adentro.
Sin embargo el joven no había ‘comprado’ su sitial para las Altas Fiestas. Cuando quiere ingresar, el shomer le pide su ‘entrada’ y el joven le dice no la tenía y que sólo deseaba ingresar unos minutos para pedirle las llaves a su padre y volver a su casa.
El shomer miró al joven y le dijo:
‘Está bien, puedes entrar. ¡Pero que no te pesque rezando!’.
Entendámoslo bien: Cuando compramos un ‘sitial’ en las Fiestas no estamos comprando una platea para rezar. Cuando abonamos nuestra membresía anual a la sinagoga, no estamos comprando un servicio. Cuando ‘pagamos’ el Bar Mitzvá de nuestros hijos, no estamos ‘comprando’ minutos ‘de aire’ en los cuales nuestros hijos serán actores de una ceremonia religiosa.
Cuando compramos un sitial para los Jaguim, pagamos nuestra membresía a la sinagoga o abonamos un Bar Mitzvá para nuestros hijos estamos siendo parte de la Avodat HaKodesh. Y esto es algo indelegable, si asistimos a una congregación religiosa.
Un Beit Knéset no es un prestador de servicios. Servicios nos da la empresa de electricidad o el servidor de internet. Sostener un Beit HaKnéset es Avodat HaKodesh. Es comparable a los sacrificios públicos que menciona Parashat Pinjás.
Y no es lícito, ni es justo, ni es procedente, reclamar sacrificios a nuestras congregaciones, si en nuestro fuero íntimo no estamos dispuestos nosotros a hacer uno.