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Torá en Español

Old Hebrew Prayer Book

Parashat Shlaj lejá

El puente Caleb

Sólo dos porciones en la Torá contienen en su título la palabra “Lejá”. La primera de ellas es Parashat Lej Lejá (Vé para tí) -que nos cuenta acerca de Abraham Avinu y de su llegada a la tierra de Canaán- y la segunda es Shelaj Lejá (“Envía para ti”), en la que se nos habla de los doce representantes enviados a la Tierra Prometida para informar al pueblo sobre el estado de la situación en Eretz Israel.

Quisiera construir hoy un puente virtual entre el Lej Lejá de Abraham Avinu y el Shelaj Lejá de Moshé Rabenu. Estamos hablando en realidad de dos olas migratorias muy diferentes en su naturaleza.

Abraham no llegó sólo a la tierra de Canaán; fue acompañado por su esposa, su sobrino y “las almas que habían hecho en Jarán”.

Se trataba allí de una inmigración colmada de idealismo -con una profunda carga teológica- cuyo objetivo era difundir la palabra y la voluntad de Di-s en la nueva Tierra.

El relato de los espías es totalmente diferente; el idealismo está ausente en esta segunda historia. A los espías les falta el coraje de Abraham. Ellos quieren ver, visitar, comparar, calcular y sólo entonces decidir.

La aliá de Abraham Avinu tiene mucho más que ver con la llegada de los primeros pioneros que llegaron a la Tierra de Israel a finales del siglo diecinueve que soñaban con arrancarle frutos al desierto y secar pantanos sin importar los costos.

Nuestra llegada a Israel tiene mucho más que ver con Parashat Shelaj Lejá.

Pertenecemos a una generación en la que -además de pensar en el aporte que podemos brindarle a esta tierra- queremos saber también cuánto “provecho” podemos sacarle a ella.

Exactamente como los meraglim, que querían venir a espiar la tierra para ver qué tal era.

RaSHI aporta un ejemplo interesante que nos ayuda a construir el puente virtual entre ambas secciones.

En los primeros párrafos de nuestra Parashá se nos dice que los espías “subieron por el sur, y llegó hasta Jebrón” (BeMidbar 13, 22).

Es sumamente extraño que la Torá comienza hablando en plurar (subieron) y finaliza hablando en singular (y llegó). ¿Por qué?

RaSHI dice: “Sólo Caleb fue allí, y se postró frente a la Tumba de nuestros patriarcas (en Jebrón)”.
Es interesante el ejemplo de RaSHI.

Mientras los meraglim suben a Israel y comienzan a recolectar información militar y económica, Caleb llega a Israel y va a visitar el Kever Avot en Jebrón.

Mientras los meraglim miran a Israel bajo la lupa de la conveniencia, Caleb la mira bajo la lupa de la pertenencia.
Mientras los meraglim llegan a Israel y se vinculan sólo con su futuro, Caleb llega a Israel y antes de vincularse con su futuro, se vincula con su pasado.

Conocemos el final de la historia. Sólo dos de los doce enviados -Caleb e Ieoshúa- cumplieron con su misión. Los diez espías restantes, trajeron consigo un mensaje distorsionado, cargado de subjetividad y pesimismo.

‘…Llegamos a la tierra que nos enviaste -dijeron a Moshé- y también ella mana leche y miel; y éste es su fruto. Pero es fuerte el pueblo que habita en el país… No podremos subir contra el pueblo porque es más fuerte que nosotros…’.

Por alguna razón, estos enviados quedaron en la historia rotulados por la palabra meraglim, y no por la palabra shakranim (mentirosos).

Ocurre que no había mentira en lo que decían; vieron lo que quisieron ver.

Por esa razón, no es casual, que al final de la Parashá se menciona el precepto de los tzitzit…

“Y no os desviaréis tras de vuestro corazón y tras de vuestros ojos” (BeMidvar 15, 39), se nos dice allí.

¿Por qué razón dice allí “tras de vuestro corazón y tras de vuestros ojos”?

Porque en general los ojos tienen ese problema: ven aquello que el corazón quiere que vean. El corazón condiciona a los ojos. Los ojos de aquellos espías que difamaron contra la tierra de Israel no hicieron otra cosa que confirmar lo que su corazón ya había decidido hacía tiempo: esa tierra no era para ellos, ni la sentían propia.

Caleb es el único que entiende que esa Tierra podía tener defectos y problemas, pero tenía algo que ninguna otra tierra tenía: era propia. Era la tierra que Di-s le había prometido a aquellos que estaban sepultados en Jebrón.

“Subir subiremos y la heredaremos; que poder, podremos con ella” (BeMidvar 13, 31).

Caleb es el verdadero puente entre el Israel ideal y el Israel real, entre el Lej Lejá de Abraham y el Shlaj Lejá de nuestra sección.

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