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Torá en Español

Old Hebrew Prayer Book

Parashat Ki Tisá

Decisiones con eco

La Historia es una sucesión de hechos que se van encadenando; una seguidilla de causas y efectos. Y esto ocurre con los pueblos e -incluso- con nuestras propias historias familiares.

No es casual que mi padre haya trabajado durante más de treinta años en una fábrica de tejidos en la Argentina. Él lo hizo, porque su padre ya trabajaba con telas y telares en Polonia. Y mi bisabuelo, a su vez, también heredó ese oficio de su propio padre.

Tampoco es casual que yo sea la primera generación de mi familia paterna -¿en más de ciento cincuenta años!- que NO tenga una fábrica de tejidos. Mi abuelo vino de Europa a la Argentina sin saber que, a cincuenta de su llegada, mantener una fábrica en ese país sería una proeza similar al lanzamiento de un transbordador al espacio.

¿Y qué tiene que ver esto con la Torá?

Tres mil quinientos años atrás, un hombre subió durante cuarenta días a un monte para recibir las Tablas de la Ley. Un pueblo impaciente lo esperaba allí abajo y, creyendo que su líder jamás regresaría, tuvo la ocurrente y desgraciada idea de construir un becerro de oro para reemplazar a su demorado maestro.

Sólo una de las tribus -la tribu de Leví- se mantuvo ajena a esta empresa. Y esa virtud le fue recompensada tiempo después con el privilegio de acompañar el culto a Di-s en en el mishkán (el Tabernáculo) y luego en el Beit HaMikdash (el Templo de Jerusalem).

De esta tribu (y no de otra) surgen los cohanim, los sacerdotes designados para el servicio de Di-s.

En nuestra Parashá podemos apreciar que existe un desequilibrio notable en la distribución de las aliot a la Tora. La primera aliá tiene cuarenta y cinco versículos y la segunda cuarenta y siete. Las siguientes cinco aliot son llamativamente más cortas, algunas de ellas con sólo cinco versículos. Es decir que la primera y la segunda aliá de la Parashá cubren dos terceras partes de la sección semanal, que contiene ciento treinta y nueve versículos.

¿Acaso este detalle tiene alguna explicación?

Posiblemente la razón sea que los sabios de Israel distribuyeron las aliot de tal forma que sea justamente un leví quien lea la segunda aliá en la cual se nos cuenta acerca del pecado de beccero de oro.

Cuenta una anécdota que Rabí Shimon, un joven Rabino, había visitado al célebre Rabí Israel Meir HaCohen (más conocido como el Jafetz Jaim, autor del Mishná Brurá) durante un Shabat.

En un cierto momento, durante ese Shabat, Rabí Israel Meir le preguntó a este joven Rabino si era Cohen o Leví.

Rabí Iaakov le dijo que no, que era Israel, a lo que el Jafetz Jaim (que era Cohen) dijo tajantemente: ‘Pronto el Templo será reconstruido y todos los judíos irán hacia él. Un guardián los recibirá en la puerta y te hará la misma pregunta que yo te he formulado (¿Eres Cohen o Leví?). Es una pena Rev Shimon que seas Israel, ya que el guardián solo permitirá el ingreso de cohanimy leviim; tú te quedarás afuera como todos los demás...’, dijo con antipatía el Jafetz Jaim.

‘¿Sabes por qué o eres Cohen?’, le preguntó a Rabí Shimon. Rabí Shimo respondió lo obvio: ‘¡No soy cohen porque mi padre no fue cohen!’.
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‘¿Y sabes por qué tu padre no fue cohen?’.

Rabí Iaakov entendió entonces que el Jafetz Jaim no se estaba refiriendo a una cuestión de linaje; comprendió que detrás de esa pregunta había una enseñanza mucho más profunda.

Entonces continuó el Jafetz Jaim: ‘¿Sabes por qué mi padre FUE cohen y tu padre NO FUE cohen?. Porque miles de años atrás, cuando Moshé bajó del monte, vio el becerro y preguntó ‘Mi LaHaShem’ (¿Quién está del lado de Di-s?), mi abuelo respondió el llamado, y el tuyo NO’.

El Jafetz Jaim -espero lo hayan comprendido- no estaba ‘chapeando’ con su linaje con intención de humillar a su invitado. Estaba diciéndole que en la vida hay decisiones que repercuten en las generaciones futuras.

Decisiones claves, que a menudo tomamos livianamente pensando que solo habrán de repercutir sobre nosotros sin tomar en cuenta que también habrán de dejar huella en las futuras generaciones.

El leví que este próximo shabat suba a la Torá, recibirá dicho honor por la sencilla razón de que su abuelo supo mantenerse al margen del fervor popular que llevó a la construcción del becerro.

Cuando hablamos de desiciones que dejan huella, estamos hablando de nosotros y de nuestras propias historias. Estamos hablando de la educación judía y de la centralidad que le asignamos en nuestras vidas. Estamos hablando de nuestro apego por los valores morales que emanan de nuestra Torá. Estamos hablando de nuestro egoísmo y la miopía que muchas veces nos ataca y nos impide mirar más allá de nuestras narices.

Éso también habrá de repercutir en las generaciones futuras, porque nuestras decisiones –las acertadas y las erradas- tienen eco por cientos de años.

Recuerdo uno de los días más tristes de mi vida.

Tenía 12 años cuando mis padres decidieron que la escuela secundaria que escogí para asistir junto con todos mis amigos "no era para mí". Desde mis tempranos ocho años quise ser arquitecto y asistir a una escuela con dicha especialidad.

Mis padres, por razones que por entonces desconocía, decidieron que mi futuro se encontraba en una escuela judía en el centro de Buenos Aires, donde el 90% de los alumnos eran...alumnas.

Lloré toda la noche. No tenía amigos allí, mis amigos se burlaban de mí diciendo que iba a una escuela de mujeres. Pero fundamentalmente lloré porque quería ser arquitecto...¡no estudiar judaísmo! Sólo hoy, a la edad de 39 años, entiendo cuán justificada fue la decisión de mis padres y cuántas implicancias tuvo en mi vida. Si no fuera por aquella decisión hoy sería, probablemente, un arquitecto desocupado más manejando un taxi por las calles de Buenos Aires.
Si no fuera por la decisión de mis padres, el próximo sábado a las 5 de la madrugada estaría terminando mi turno nocturno con el taxi y otro Rabino estaría escribiendo esta columna semanal de Parashat HaShavúa.

Pero como ustedes saben, las cosas no funcionan de esa manera. La Historia es una sucesión de hechos que se van encadenando; una seguidilla de causas y efectos. Y en lugar de manejar mi taxi, hoy soy Rabino en Kehilat Netzach Israel en la ciudad de Ashkelon (Israel).

Ciertas decisiones, tienen eco para toda la vida.

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